
“La diosa Chia( Su nombre proviene de Ilustración la lengua chibcha y significa "luna" o "mes") es conocida como una de las dos madres principales de la humanidad. Esta era la madre protectora de la diversión, los bailes, la alergia y las artes. Opuesto al concepto que se tenía sobre la diosa anterior, Chia, también conocida como Huitaca, era una mujer tan hermosa como malvada, ya que arrastraba a los hombres a la corrupción y el pecado, se convertía en luna o en lechuza, aprovechando las tinieblas de la noche para llevar propósitos malignos.
Chía también es la denominación en la mitología muisca de la luna y a la cual veneraban como una diosa a la cual consideraban como esposa del sol o Súa (Zhúa); era la defensora del matriarcado contra el patriarcado y, además, el símbolo de los placeres mundanos. En la creación, Chiminigagua, la creó para iluminar las noches con la luna una vez que Xue (el dios solar) se haya ocultado.
´´Al principio todo era oscuridad. Al momento de la creación, la luz, que estaba «metida» en Chiminigagua comenzó a salir para iluminar el universo. Chiminigagua era «una cosa grande, esencia creadora», que infundía su luz resplandeciente a las cosas. La única luz que existía era la suya, una divinidad bondadosa y universal. Creó el universo con sus estrellas y el mundo con sus tierras y aguas. Era la oscuridad del espacio, en la noche del infinito. Cuando el dios creador quiso difundir la luz por todo el universo, creó dos grandes aves negras y las lanzo al espacio. Cuando estas aves echaban aliento o aire por los picos, esparcían una luz incandescente, con la cual todo el cosmos quedó iluminado. Así se hizo la luz y se crearon todas las cosas del mundo. En el proceso de creación de todo lo existente en el universo, Creó a Súa (el sol) y a Chía (la luna), que eran esposos. El sol era masculino y la luna femenina.
El era el benefactor de los hombres y dispensador de la fecundidad de la tierra. Ella, la representación de la hermosura de la mujer y de la luz en el firmamento en las horas de la noche. Se veneraba a través de las aguas y de las lagunas.`
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